Tras la muerte de la investigadora Marthe Gautier, colaboradora de Jérôme Lejeune

Querido amigo,

Marthe Gautier, que participó en el descubrimiento de la trisomía 21 junto al profesor Jérôme Lejeune, falleció el pasado 30 de abril de 2022. La Fundación Jérôme Lejeune publicó inmediatamente un comunicado de prensa para honrar la memoria de la mujer que fue cofirmante de este descubrimiento.

Algunos artículos de prensa han difundido una reciente controversia, socavando la memoria de Jérôme Lejeune y el importante papel que desempeñó en este descubrimiento. Si las personas que te rodean están preocupadas sobre esta cuestión, aquí tienes algunas respuestas que puedes darles.

El profesor Jérôme Lejeune siempre ha agradecido y elogiado públicamente el trabajo de Marthe Gautier, incluso ante los organismos oficiales. Es muy fácil encontrar homenajes a ella entre sus publicaciones y conferencias.

En cuanto a la acusación de una forma de usurpación por parte del profesor Jérôme Lejeune, es fácil de responder en cuanto al fondo. Los documentos de la época, –en particular la correspondencia con Marthe Gautier–, y los diversos testigos presenciales no dejan lugar a dudas: es efectivamente Jérôme Lejeune el impulsor de este descubrimiento. Es él quien hizo la investigación, el análisis y quien tuvo la intuición que llevó a ese resultado. Marthe Gautier trajo la técnica de cultivo de tejidos necesaria desde los Estados Unidos, donde la había aprendido. Ella y Jérôme Lejeune la perfeccionaron a lo largo de dos años. Aquella técnica permitió a Jérôme Lejeune realizar las observaciones que esperaba y que confirmaron sus hipótesis: el “mongolismo” se debía a una alteración cromosómica. De hecho, Jérôme Lejeune ya había publicado más de 20 artículos sobre el tema entre 1952 y 1957 (es decir, antes del descubrimiento de 1958), mientras que Marthe Gautier no había publicado ninguno, pues su especialidad era la cardiología y no se interesaba por lo que entonces todavía se llamaba “mongolismo”.

Marthe Gautier sí firmó la publicación, no fue excluida. Firmó en segundo lugar. Así que no está destituida, ni olvidada. Y el orden de las firmas refleja el trabajo: Jérôme Lejeune, que dirige la investigación y tiene la intuición, quien debe firmar en primer lugar según la tradición científica; Marthe Gautier, quien desarrolla una colaboración muy útil, y debe firmar en segundo lugar; y el profesor Turpin, jefe del departamento, que siempre firma en último lugar.

Por último, un análisis detallado muestra que las declaraciones que realizó Marthe Gautier en los últimos años de su vida en relación con el desacubrimiento son contradictorias entre sí y con todos los documentos históricos.

He aquí algunos ejemplos:

  • Marthe Gautier dice que sin la foto (que supuestamente le habría “robado” Jérôme Lejeune) no podía llevarse a cabo la publicación. Pero, sorprendentemente, la publicación no contiene ninguna foto.
  • La Sra. Gauthier afirmó que Jérôme Lejeune no sabía hacer nada, que sólo era un joven aprendiz del Centro Nacional de Investigación francés (CNRS). El hecho es que Jérôme Lejeune, investigador del CNRS integrado en el equipo dirigido por el profesor Turpin, ya era en aquellos años experto en la ONU y ese mismo verano fue a California invitado a dar cursos de genética en el departamento del profesor Beadle, uno de los ganadores del Premio Nobel. Durante sus tres meses de ausencia, Marthe Gautier no encontró ningún otro cariotipo con 47 cromosomas, pero en cuanto volvió, Jérôme Lejeune encontró 2 nuevos casos. Esto hizo posible su publicación: Jérôme Lejeune era consciente de que un caso, no confirmado, no permitía su publicación.
  • Cabe señalar que durante estos tres meses de ausencia de Jérôme Lejeune, Marthe Gautier no hizo avanzar esta investigación: no encontró ningún otro caso, no escribió la publicación y no propuso publicar nada al profesor Turpin. ¿Por qué no lo hizo si era la impulsora de esta investigación? Hubo que esperar el regreso de Jérôme Lejeune para que todo avance.

Lo más llamativo en esta controversia es el hecho de que Marthe Gautier, a la vez que realizó tales afirmaciones en los últimos años de su vida, no aportó ninguna prueba sobre el supuesto fraude. ¿Es adecuado, entonces, dar credibilidad a tales alegaciones? ¿Por qué su palabra debería tener más peso que la del profesor Jérôme Lejeune, los documentos escritos, los testimonios de la época y el reconocimiento inmediato de la comunidad internacional (incluida la Fundación Kennedy, que envió investigadores al laboratorio, en ausencia de Jérôme Lejeune, para determinar quién era el responsable del descubrimiento, y que recompensó a Jérôme Lejeune)? El hecho de que determinados periódicos hoy repitan una y otra vez las palabras de Marthe Gautier (sin ningún trabajo de fondo, porque ninguno de ellos pidió reunirse con los testigos de la época ni consultar los archivos y las pruebas documentales) no significa que tengan razón.

Como en todos los descubrimientos, hubo un esfuerzo de equipo, en el que todos realizaron un aporte, pero obviamente no todos jugaron el mismo papel. Marthe Gautier aportó una técnica que sirvió para avanzar en la investigación, pero la técnica sola no llegó a producir el descubrimiento de la trisomía 21. Y cuando se leen los documentos de la época (el cuaderno de análisis conservado por Jérôme Lejeune, el diario, las cartas al equipo, etc.) realmente no hay duda de que fue Jérôme Lejeune quien analizó, planteó las hipótesis, comprobó, contó los cromosomas, redactó y “trabajó” con el jefe, el profesor Turpin, para que aceptara la publicación de una observación tan original que temía parecer ridícula… En efecto, parecía muy extraño en esa época que las personas que padecían lo que se llamaba “mongolismo” tuvieran un cromosoma más y no uno de menos. Así pues, no sólo nadie robó a Marthe Gautier descubrimiento alguno sino que, sin Jérôme Lejeune, no se habría publicado tal descubrimiento y ella no habría sido coautora de un avance tan importante en el campo de la genética, ligeramente alejado de su campo de especialidad, la cardiología.

Un último comentario: de todos los que acusan a Jérôme Lejeune, basándose en las declaraciones personales realizadas por Marthe Gautier al final de su vida (sin buscar por un momento su comparación con los documentos y testimonios de la época), muchos son científicos. El proceso intelectual no parece ser científico sino subjetivo. Evidentemente, el objetivo parece más descalificar el trabajo llevado a cabo por el profesor Jérôme Lejeune y por la Fundación Lejeune.

Si quieres saber más sobre Jérôme Lejeune, puedes leer la biografía Jérôme Lejeune, la libertad del sabio, de Aude Dugast (Ediciones Encuentro), 2021). Un capítulo de este libro está enteramente dedicado al descubrimiento. Al leer este libro, que no es una novela sino una reconstrucción de los hechos a partir de documentos y testimonios de la época adecuadamente referenciados, no cabe duda: los hechos están ahí. Jérôme Lejeune despierta admiración.

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